Acababan de salvar a la ciudad con oro más fácilmente de lo que en aquel momento podría haberla salvado cualquier héroe con acero. Pero en realidad no había sido exactamente el oro, ni siquiera la promesa del oro, sino más bien la fantasía del oro, el sueño fabuloso de que el oro estaba ahí, al final del arco iris, y de que seguiría estando ahí eternamente siempre y cuando, por supuesto, uno no se acercase a mirar.
Es lo que se conoce como finanzas.
("Cartas en el asunto", Terry Pratchett)
És molt bo, Allau. I d'una lluentor tan real que produeix ceguesa.
ResponEliminaCeguesa col·lectiva, Enric.
EliminaCony! tu també tens destarotat el bloc, estic llegint en castellà.
ResponEliminaSalut.
Francesc, demà s'arregla.
Eliminamaldita sortija, maldito anillo, cojo ahora tu oro y lo doy,¡tomadlo como vuestro de mis cenizas, ¡qué el fuego que me consuma limpie de su maldición el anillo¡
ResponEliminaRodrigo Rato. estooooooooooooooo no, que me equivoco, Götterdämerung, Richard Wagner
Pilar, con lo que se demuestra que las leyendas alimentan nuestra realidad.
Eliminao que la realidad alimenta nuestras leyendas, allau
EliminaEn Pratchett a vegades m'atabala, però reconec que l'encerta de ple.
ResponEliminaT'atabala? I jo que li estic agafant afició.
EliminaA Reus hi ha una sabataria Pratchettiana... bé... o al menys ho sembla ;-))
EliminaDeu-n'hi-do, Assumpta, com les gasten a Reus! Més que Pratchett sembla simplement mal gust.
EliminaEs por aquello del oro y el moro. O quizá por eso otro: oro del que caga el moro. Y a fe que según qué moro no diría yo que no...
ResponEliminaEl lloro i el mico, Olga...
Eliminano cal Allau, és l'avantatja de ser bilingües. L'important és el missatge que és molt bó.
ResponEliminaFrancesc, com ho he llegit en castellà, no era qüestió de traduir-ho.
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