dimarts, 19 d’octubre del 2021

El dimoni de les llistes: Roma des de l'aire

 

La forma verdadera de la ciudad está en ese subir y bajar de los tejados, tejas viejas y nuevas, acanaladas y chatas, cumbreras gráciles o pesadas, pérgolas de cañizo o cobertizos de uralita, barandillas, columnitas que sostienen macetas, albercas de chapa, tragaluces, lumbreras de vidrio, y sobre todas las cosas se alza la arboladura de las antenas de televisión, derechas o torcidas, esmaltadas u oxidadas, en modelos de generaciones sucesivas, diversamente ramificadas y retorcidas y aisladas, pero todas flacas como esqueletos e inquietantes como tótems. Separadas por irregulares y desiguales golfos de vacío, se enfrentan terrazas proletarias con cuerdas para tender la ropa y tomates plantados en barreños de zinc; terrazas residenciales con espalderas tapizadas de trepadoras sobre enrejados de madera, muebles de jardín de hierro esmaltado de blanco, toldos enrollables; campanarios echando al vuelo sus campanas; frontones de palacios públicos de frente y de perfil; áticos y sobreáticos, añadidos abusivos y no punibles; andamiajes metálicos de construcciones en curso o que han quedado a medias; ventanales con cortinas y ventanillas de retretes; paredes color ocre y color siena; paredes color moho de cuyas grietas dejan colgar sus hojas penachos de hierbas; cajas de ascensores; torres con ajimeces y tríforas; pináculos de iglesias con sus vírgenes; estatuas de caballos y cuádrigas; mansiones rebajadas a cuchitriles, cuchitriles reestructurados como picaderos; y cúpulas que se redondean contra el cielo en todas direcciones y a cualquier distancia como para confirmar la esencia femenina, de Juno, de la ciudad; cúpulas blancas o rosadas o violetas según la hora y la luz, veteadas de nervaduras, culminadas en linternas coronadas por otras cúpulas más pequeñas.

("Palomar", Italo Calvino, trad. d'Aurora Bernárdez)

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